Llevo un par de meses solo en casa. Muy buena vida, solito, sin agobios, que pensarán algunos. Sí, sí, pero también hay que limpiar, ¿eh? Aquí no me puedo escaquear. Entre otras cosas, porque si yo no friego los platos puede ser que mañana tenga que comer en el jarrón, idea que no me atrae mucho.
Cuando un hombre se encuentra en esta tesitura se da cuenta de que la limpieza doméstica es toda una ciencia, con sus postulados, teoremas y demás. Y es todo un reto. ¿Exagerado? Es que no es sólo limpiar, o sea, que no es barrer y listo, ¡hala!, no... es muuuucho más complicado.
Por ejemplo, vamos por orden, que esto es fundamental. Esto es lo que yo he venido a bautizar la propiedad NO conmutativa de la limpieza doméstica, que viene a decir, más o menos, que el orden de los factores SÍ que altera el producto, y mucho. Es que no es lo mismo barrer y pasar la fregona que pasar la fregona y barrer. Nooooo es lo mismoooooo. Lo primero es lo correcto; lo segundo es una verdadera guarrada. Esto ahora puede parecer sencillo y casi todos deberíamos saber (seguro que alguno hasta ni vio la diferencia) que la primera es la forma correcta pero luego la cosa se complica. Retomaremos esta propiedad más adelante.
Ahora centrémonos en lo que es puramente la pelusa. Sí, la pelusa. Esas bolitas con pelo que parece que van a salir corriendo de un momento a otro (por suerte no lo hacen) y que, para algunos, ya forman parte del decorado. Podríamos compararlas con el gato. Bueno.. están ahí, ¿no? No molestan, tampoco dan mucho ruido. Si alguna estorba en un momento determinado, se le da una patada y se manda a otro rincón en que no moleste. Tampoco es tan desagradable, ¿no?. Todo es acostumbrarse, aunque lo suyo es deshacerse de ellas.
Pero a lo que íbamos. Yo estoy convencido de que Aristóteles tenía razón y todos se reían de él cuando formuló aquello de la generación espontánea. Vamos a ver: hace dos días, aquí no había nada. No lo había. Y esta mañana, resulta que hay una pelusa del tamaño de una pelota de tenis. ¿Esto... esto de dónde ha salido si no? ¿eh? ¿y aquélla de allí junto al zapato, qué? ¡Joder! Que anoche me puse los zapatos y no recuerdo que estuviera ahí. Esto tiene que ser la generación espontánea de los cojones. Fijo.
Esto ya choca, ¿verdad? Menos mal que uno es de ciencias y de mente abierta y lo puede asimilar. Vale. Vamos a barrer, ¿de acuerdo? Entonces lo ideal es coger la escoba, ¿cierto? ¡Pues no! Primer error. La escoba levanta mucho polvo. Si tenéis una mopa, hacedlo con ello. A mí esto me lo dijo mi hermana, no os creáis que lo sabía. La experiencia es un grado.
Una vez barrida la casa ya estamos confiados. Creemos que todo el monte es orégano y pensamos que esto va a estar chupao. A todo esto, ya la calor (perdonadme el artículo femenino pero es que soy del Sur empieza a apretar. Y digo a apretar por no decir a dar por culo, que queda más feo. Casi 40º ya... porque estamos en Julio y en Sevilla, que esto también cuenta.
Pues venga, a pasar la fregona. Cogemos un cubo de agua y nos disponemos a echarle algo. No sabemos qué. Sólo sabemos que nuestra madre o esposa le echa de una botella un chorreoncito. El qué... ni idea. A ver, a ver... "Don Limpio Baño". Esto no es porque vamos a limpiar el pasillo. "Don Limpio PH Neutro". Esto debe ser. Nos leemos el modo de uso del limpiador (¡qué lamentable!) y añadimos la dosis indicada. Pim pam, pim pam, pim pam, venga a limpiar los cuartos, venga a sudar, ahora limpiando el cuarto reparas en que no has barrido aquella esquina que, por cierto, tiene más pelusa que ninguna (véase Leyes de Murphy)...
Bueno, a por el baño. ¡Schhht! ¡Quieto ahí! No vamos a limpiar el suelo antes que la bañera, el water y el lavabo, ¿no? Pues eso. Coge otro cubo, un trapito y a echarle "algo" al agua. "Don Limpio Baño". No hay duda. Por si acaso te lees la etiqueta de los productos de nuevo. "Don Limpio PH Neutro [...] Para superficies delicadas: parquet, mármol, cerámica..." ¡Coño! A ver si nos aclaramos: esto es el baño. Hasta ahí, bien. Pero es que el water y la bañera son de cerámica y la encimera del lavabo es de mármol, ¡hossssstia yaaa! Pos nada, nene, a usar los dos productos (y dos cubos/recipientes con agua). Ahora vamos a retomar la propiedad no conmutativa de la limpieza doméstica, de la que he hablado más arriba. Cojo y friego el lavabo. Como la patena lo dejé. El water, igual. Y por último la bañera. Todo impecable.
Bueno, me dispongo a escurrir y limpiar los trapos. Pero espera... ¡leche, que el lavabo ya está limpio! Y, ahora que lo pienso, ¿dónde tiro el agua del cubo si también he fregado ya el water? Me cago en... otro error, otro error... Así se aprende, no os creáis, a base de chocazos. Ya sé para la próxima vez que la bañera va primero, el water segundo y el lavabo lo último. El orden de los factores SÍ que altera el producto, y mucho.
Pero no acaba ahí la cosa. Aunque hayamos seguido este orden, ahora queda limpiar el suelo del baño y, de nuevo, ¿¿dónde tiras el agua?? Pues en el water... que se supone que está limpio porque si no es así, entonces ¿¿qué coño haces fregando el suelo cuando luego vas a salpicarlo al fregar el water?? Yo me he quedao aquí. Actualmente estoy investigando cómo hacerlo sin manchar el water o buscar vías alternativas.
Total, que esto es todo un reto. Muy difícil, mucho. Menos mal que cuando uno acaba la dura jornada, siente la satisfacción del deber cumplido, que se llama, y se siente orgulloso. Aunque fijo que algo has hecho mal. No sé qué pero algo seguro. Telefoneo a mi hermana para comentarle mi heroica hazaña y, de paso, vacilar un rato:
- Hola. Tía, hoy le he dao a esto un "flete" impresionante: he barrido, pasado la fregona, limpiado el baño, los poyetes...
- ¿Habrás limpiado el polvo antes de pasar la fregona, no?
- ...¿perdón?
Ya os digo... Menos mal que sólo las cincuenta primeras veces es duro, luego ya te haces a la rutina. Que os sea leve.
P.D.: Mamá, por favor, si lees esto... vuelve ya.
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