viernes, 22 de octubre de 2010

La arquitectura de los Faraones esconde respuestas al cambio climático.

El ingenio arquitectónico del Egipto faraónico, empleado contra tormentas o terremotos, esconde respuestas al cambio climático que expertos en geo arqueología tratan ahora de desvelar.

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El Cairo, 20 oct (EFE).- El ingenio arquitectónico del Egipto faraónico, empleado contra tormentas o terremotos, esconde respuestas al cambio climático que expertos en geo arqueología tratan ahora de desvelar.
"El Antiguo Egipto se enfrentó a importantes variaciones climáticas, sobrevivió a ellas y forjó una de las civilizaciones más célebres de la historia", indica a Efe el estudioso Matthieu Ghilardi, del Centro francés de Investigaciones Científicas.
Ghilardi, que ha estudiado las condiciones ambientales de la antigua Tebas, actual Luxor, y la posición del río Nilo durante el período dinástico (3000 a.C. al 400 d.C.), explica que los egipcios "conocían muy bien todos los peligros naturales como los terremotos, las inundaciones del Nilo y las fuertes lluvias".
A su juicio, la fascinación que muchos investigadores muestran aún hoy por esa civilización radica en que "entendieron a la perfección la dinámica de la madre Tierra y se adaptaron a ella".
"Es evidente que las condiciones climáticas eran muy diferentes durante el Antiguo Egipto que en nuestros días, pero el registro de todos los fenómenos naturales en los jeroglíficos o la arquitectura nos ayuda a comprender mejor cómo vivían en un ambiente cambiante", subraya Ghilardi.
Así, una red de gárgolas construida en el complejo de templos de Medinet Habu, en Luxor, unos 700 kilómetros al sur de El Cairo, y empleada para desaguar en caso de violentas tormentas "demuestra que los antiguos egipcios tuvieron en cuenta la potencialidad de las lluvias torrenciales", según el académico.
"Ahora las casas carecen de un sistema parecido", denuncia Ghilardi, que recuerda que las fuertes lluvias que azotaron el Alto Egipto en 1994 destruyeron cientos de viviendas de barro levantadas en zonas de rambla.
Además, en los cimientos de uno de los templos más turísticos, el de Dendera, 70 kilómetros al norte de Luxor, se esconde una arquitectura antisísmica capaz de evitar la "completa destrucción del edificio".
Y para protegerse de un entorno dominado por las violentas crecidas del Nilo, el templo de Karnak, también en Luxor, y los yacimientos coptos, cerca de la ciudad sureña de Qena, fueron edificados al resguardo de pequeñas colinas surgidas de los sedimentos arrastrados por el viento.
"De este modo, estaban protegidos todos los meses de las inundaciones del Nilo y solo una o dos veces al año un poco de agua llegaba hasta la entrada de esos lugares", agrega.
Las muestras tomadas en los santuarios de Karnak y Luxor, que han permitido reconstruir la dinámica del Nilo y los efectos del cambio climático sobre el flujo del río, indican que el agua alcanzó el primer pilón de los templos durante el Imperio Nuevo (1539-1075 a.C).
La civilización faraónica se estableció entre el 5000 y el 3500 a.C a orillas del Nilo por un calentamiento de la Tierra que causó la desaparición de la sabana que se extendía por el actual desierto del Sáhara.
Durante más de tres mil años, los antiguos egipcios "trataron de adaptar su estilo de vida a un paisaje natural que cambiaba sin remedio", pero en la actualidad, según Ghilardi, el crecimiento poblacional del mundo hace difícil adoptar una actitud similar.
"Los 6.500 millones de habitantes del planeta y los problemas ambientales son demasiado numerosos como para adaptarse, y muchos vivimos además en lugares peligrosos como costas o zonas tectónicas", señala.
En cualquier caso, Ghilardi advierte de que "se necesita tiempo para entender lo que está pasando en la Tierra", un hábito seguido por los antiguos egipcios para levantar templos o ciudades, e "ignorado en la actualidad".

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